sábado, 2 de septiembre de 2006

DÌA SABOR A EMULSIÒN

Primero la inmundicia de siempre. Una cara de mujer sin maquillaje. La muerte desde los ojos de una nena de dos años. Desde los de una chava, desde los ojos, el cabello y el rostro dolido de una compañera. Una de esas estrellas desveladas. ¿Y los ami9os? Adónde fueron a mete sus caras. Hoy por su muerte mañana por la mía. No me vayas a querer entonces, ni ven9as a ver mi cuerpo. Mañana por ti. ¡Ah! pero todavía quedan ami9os. Qué feliz ruta finalmente. La marea existe todavía, las luces, el no amor. Viajamos. Hemos andado. Me cae que hoy por su muerte, mañana por la mía. ¿Qué vas a hacer con mi espalda ahora?. Ah. Y los besos. Si no quieres decir nada, bueno. Sólo a mi cuerpo le temo. Pero aún existe la bella falacia. A quién le importa ver su cuerpo disfrutando. Gran cosa. Hasta los animales se complacen al olerse. Hay que bañarse mañana. Por suerte se renace, cada día i9ual, o mejor. O más jodida. Aún te quiero, por suerte. Todavía llovizna, ten9amos sed siempre. Tiremos el saborizante artificial, el de todas las sonrisas; ya lo dijo Huerta. Muérete dijo Sabines. Ya me voy a morir dijeron Storni y Pizarnik. Hoy por tu muerte, mañana por la mía. Mañana. Mañana que me harte de escuchar a Janis Joplin. Cuando me canse de pintar malamente. Cuando se acabe la voz de los Beatles. O mejor cuando la Miss Democracia sea Miss Universo. Al rato que Lucio Cabañas, Genaro Vásquez y la Historia mexicana aparezca en un libro de texto.Ai al rato que seamos las chicas súperpoderosas.*

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